Hace unos días me topé con este post de David de la Iglesia en el que critica la forma en que herramientas como Figma están transformando la práctica del diseño.

Visitar Japón era una de esas tareas que teníamos en la lista de pendientes desde que mi hijo comenzara a fliparse fuerte con su cultura y gastronomía.

El viernes pasado tuve el enorme placer de participar en la décima edición de The Void Vision, un evento local sobre creatividad, innovación y “cosas de modernos” que se salta todos los convencionalismos que he visto en cuanto a formato y puesta en escena.

Reconozco que no suelo comprar manga más allá de los tomos de Dragón Ball que colecciona mi hijo –soy más de cómic USA y europeo– pero fue leer la sinopsis de esta obra y abalanzarme sobre ella.

Hace poco terminé la lectura de “Lo esencial”, la biografía de Miguel Milá en la que rememora con cariño algunos momentos de su vida a medida que justifica sus diseños más emblemáticos.

Este verano nos hemos escapado a la Sierra de Cádiz para reconectar con la naturaleza y alejarnos de todo el catastrofismo que nos ha embargado estos últimos meses.

En casa bebemos cantidades ingentes de café y somos fieles clientes de un pequeño negocio local cuya experiencia de compra (producto de calidad y atención al detalle) compensa el ligero sobrecoste.